LA BATALLA DE LAS CORRIENTES DE HIELO

 


Así se escribió la historia de la Gran Batalla de las Corrientes de Hielo, un canto de valor y astucia, un testimonio de que, incluso ante las mayores adversidades, la voluntad de un pueblo unido puede prevalecer. La legión K´awiil

Muy pronto también nosotros seremos abuelos y tendremos que transmitir nuestro legado a los que vienen creciendo, lo que aquí ocurrió, no puede ser olvidado.

En los días de antaño, cuando los hijos de Marte vivían en paz y armonía bajo el cielo rojo, llegó la sombra del emperador de la Tierra, con sus huestes de conquista. Sin previo aviso, los soldados terrestres, con su armamento reluciente y corazones llenos de avaricia, descendieron sobre las comunidades vecinas, destruyendo y sembrando el caos. Los colonos, sabiendo que la lucha frontal sería inútil, se resguardaron en las zonas heladas de Marte, donde el hielo y el frío eran sus aliados.

Así comenzó la Gran Batalla de las Corrientes de Hielo. Liderados por el valiente comandante Pakal Balam, cuyo nombre resonaba con el poder de los antiguos guerreros de la tierra maya, los marcianos se prepararon para enfrentar al invasor. Las tropas del emperador, confiadas en su superioridad, avanzaban como los conquistadores españoles de antaño, sin saber que el terreno mismo se volvería en su contra.

Pakal Balam, sabio en las artes de la guerra y la estrategia, condujo a su gente a las profundidades heladas, donde la naturaleza les brindaba su manto protector. Los guerreros marcianos, invisibles entre las formaciones de hielo, aguardaban pacientemente. Las huestes terrestres, incapaces de adaptarse al frío mordiente, comenzaron a caer en las trampas sutilmente dispuestas por los defensores de Marte.


La batalla se prolongó, cada día una prueba de resistencia y astucia. Los tambores y flautas de guerra de los marcianos resonaban en el aire, un sonido que aterrorizaba a los soldados de la Tierra. El eco de estos instrumentos sagrados significaba que estaban rodeados, que el enemigo estaba en todas partes y en ninguna. La desesperación comenzó a infiltrarse en los corazones de los invasores.

El que tenga oídos, escuche; y el que tenga ojos, mire el pasado de los justos que libraron la batalla en los ríos de hielo. Como nuestros abuelos nos recuerdan, somos hijos de la Tierra, mucho antes de que la Tierra tuviera un gobierno mundial. Éramos hijos provenientes del maíz y ahora vivimos en estos ríos donde, al susurrar nuestro nombre, resuena en las aguas gélidas de los ríos. Esta nueva tierra nos acogió como madre, como la que tuvimos alguna vez y la perdimos allá, a lo lejos, cerca del sol. Ahora, ella nos arrulló, nos protegió, y estamos obligados a cuidarla. Ese ruido de botas marchando que se escucha a lo lejos, no nos vencerá nuevamente. No seremos conquistados como nuestros abuelos en su tiempo, memorial pasado.

Fue en uno de esos días oscuros y fríos cuando el general Palomo, uno de los estrategas más brillantes del emperador, encontró su destino. Pakal Balam, el guerrero de hielo, con la fuerza de los ancestros en sus venas, lideró un ataque decisivo. Con movimientos rápidos y precisos, los marcianos surgieron de sus escondites, como jaguares en la selva, y cayeron sobre los desprevenidos invasores.


El general Palomo, sorprendido por la ferocidad y la táctica de los marcianos, intentó reorganizar a sus hombres, pero fue en vano. Pakal Balam, con la destreza y el valor de los antiguos héroes, se enfrentó a él en combate singular. En el fragor de la batalla, con un golpe certero, Pakal Balam derribó al general Palomo, sellando así el destino de los invasores.

La Batalla de las Corrientes de Hielo se convirtió en una leyenda, una de las más largas en duración y la más épica en la historia de Marte. Los hijos de Marte, con su valentía y conocimiento del terreno, lograron detener el avance de las tropas terrestres. Los ecos de los tambores y flautas de guerra se convirtieron en símbolos de resistencia y libertad, resonando en la memoria de los marcianos como un recordatorio de su fuerza y determinación.




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